El término
“diversidad sexual” no es un término “neutro”, dos simples palabras para
referir una realidad, por el contrario, encierra en sí mismo una manera de
concebir la realidad y, por lo tanto, tengamos o no conciencia de ello, define
el carácter de nuestra lucha política en el ámbito de la existencia sexual.
El término
“diversidad sexual” es un término político, como los términos “gay”,
“lesbiana”, “bisexual”, “heterosexual”, “sexualidad normal”, “perversión”,
“transgénero”, “joto”, “marimacha”, “buga” y, al igual que estos, tiene
implicaciones en la manera en que se nombran y, en consecuencia se construyen,
diferencias sociales más o menos significativas, se configuran relaciones de
poder y posibilidades de resistencia.
I “DIVERSIDAD SEXUAL”: Tres usos comunes.
Tres son
los usos más problemáticos del término “diversidad sexual” que alcanzo a
distinguir:
1) su uso como eufemismo o forma “decente”
para referirse públicamente a individuos o grupos estigmatizados con palabras consideradas
“vulgares”.
2) su uso
como término “sombrilla” para agrupar a esos individuos o grupos estigmatizados
por sus prácticas sexuales o su identidad sexo-genérica.
3) su uso
para referirse a la “otredad” de la trilogía de prestigio “macho-masculino-heterosexualidad”.
II LOS DISCURSOS DOMINANTES DEL CAMPO SEXUAL: su visión
integrista
El
concepto de “diversidad sexual” surge en el campo sexual para cuestionar las
reglas mismas de organización del campo, a partir de las cuales se derivan
poderes y beneficios para quienes cumplen con los criterios pertinentes.
Este
sistema involucra tres aspectos principales de la existencia sexual:
1) el
binarismo sexual: cuando se define el concepto “género” se le distingue del
concepto “sexo”, el cual se refiere a la dimensión biológica y el género a las
expectativas de comportamiento socialmente asignadas a los sexos. El género
aparece así como una “construcción social”, mientras que el “sexo” aparece como
el dato duro, “lo biológico”.
La
concepción de los “sexos opuestos” además de semantizar un ideologismo machista
de ver al “otro” como opuesto, semantiza una ideología heterosexista que
considera a los varones y a las mujeres como “sexos opuestos” que “se
complementan”, siendo esta una idea central del sistema sexista. La concepción
de la oposición y complementariedad se deriva de un ideologismo sexual
patriarcal: 1) “los sexos” se definen por los genitales y “anuncian” que el fin
de la práctica sexual es la reproducción y por lo tanto es entre hombre y
mujer.
2) el
binarismo de género: El sexismo hace derivar el dualismo de género: la noción
de que de los cuerpos machos y los cuerpos hembras se derivan “naturalmente”
disposiciones diferenciadas de sentir, percibir, pensar y actuar. Las distintas
trayectorias subjetivas y sociales de varones y mujeres con sus consecuencias
de desniveles de poder económico, político, social, son justificadas por las
ideologías sexistas al considerarlas “expresiones” de esa supuesta “naturaleza”
corporal distinta.
3) el
binarismo erótico: Los binarismos sexuales y de género adquieren un cierre
ideológico en la heterosexualidad en la
medida en que implica la sexualidad de “los diferentes”, esto es, de los que
previamente han sido definidos como “opuestos” y “complementarios”, se
constituye en el espacio ideológico que provee de sentido a los anteriores
binarismos, proyectándolos en una finalidad biológica y social: la reproducción
de la especie y la reproducción social de un modelo de pareja y familia donde
el machomasculino- heterosexual vuelto “padre-esposo” tiene preeminencia de
autoridad y privilegios. La ideología reproductivista de la sexualidad, aquella
que considera que el único fin válido y natural de las relaciones sexuales es
la reproducción se convierte en el pilar fundamental
Recursos
ideológicos que trabajan para apuntalar el heterosexismo: 1) las ideologías del
amor y 2) las ideologías sobre las “otras” sexualidades, principalmente la
homosexualidad, esto es, las concepciones homofóbicas, también llamada
homofobia cognitiva.
En la
medida en que según estas ideologías de género dominantes los hombres y mujeres
tienen naturalezas corporales y psíquicas diferentes que “se oponen” y
“complementan están destinados “naturalmente” a “atraerse” y “unirse”.
El
binarismo “heterosexual-homosexual” es una manera de querer ordenar la compleja
realidad del deseo erótico y de ajustarla a particulares ideologías sexuales y
de género.
III EL CONCEPTO DE DIVERSIDAD SEXUAL: sus
implicaciones transgresivas.
El
binarismo sexual, el binarismo de género y su concomitante androcentrismo, así
como el heterosexismo constituyen una visión integrista de la existencia sexual
de las personas, que se convierte en un perdurable dispositivo de poder. Estas
diversas formas de existencia sexual involucran varios reconocimientos: 1) más
allá de la dicotomía macho y hembra, existe una diversidad de sexos, existen
los diferentes tipos de intersexualidad. Estas diversas existencias sexuales
son expresiones de una naturaleza sexual humana y cualquier intento de
jerarquizarlas, privilegiando algunas y deslegitimando otras, es arbitrario.2)
las identidades de género son construcciones sociales que limitan las
potencialidades humanas, así mismo generan inequidades. 3) el binarismo erótico
heterosexual-homosexual forma parte de un dispositivo heterosexista que
jerarquiza los erotismos, colocando en la cúspide a la práctica y a la
identidad heterosexual, así mismo, es una hechura cultura que pretende negar no
sólo la legitimidad de las diferentes orientaciones sexo-afectivas, sino
también la diversidad erótica en cada individuo, como una realidad y como un
potencial humano; 4) la sexualización de “los otros no-heterosexuales” y la
negación del fenómeno amoroso más allá de la pareja heterosexual, actúan como
dispositivos homofóbicos de poder para encumbrar la heterosexualidad y el
modelo de familia patriarcal, así como para negar legitimidad a otras variantes
amorosas.
IV ÉTICA Y DIVERSIDAD SEXUAL.
El
concepto “diversidad sexual” es un concepto político que cuestiona el orden
sexual y de género dominante y condensa la aspiración de una sociedad que no
discrimine y que garantice el reconocimiento y la equidad para las diferentes
variantes de laexistencia sexual, de género y eróticas. Es un concepto que
cuestiona al poder patriarcal en su sistema de representaciones e identidades
sexuales, en sus criterios de distinción sexual y social, en sus ideologías
integristas de origen religioso, pero además coloca en su lugar, valores
democráticos como el reconocimiento de la pluralidad, el respeto, la equidad y
la justicia social. Valores que dicho sea de paso, sólo son pueden garantizarse
en un estado laico. El concepto de diversidad sexual no significa, por lo
tanto, que “todo se valga” con relación a la sexualidad. El dilema “sólo se
vale el sexo heterosexual, reproductivo y falocéntrico entre mujer femenina y
hombre masculino y nada más” o “todo se vale” es un dilema propio de las
sociedades patriarcales, autoritarias, rígidas.
La
autonomía y la libertad se encuentran garantizadas, así como la integridad
corporal. Otra variante, más dudosa desde el punto de vista ético de los
Derechos Humanos, concierne a la relativización del consenso y a los alcances
de las acciones o atenciones corporales: privaciones de libertad, daños
permanentes a los órganos y a sus funciones, así como sometimiento y violencia
emocional.
V LA “DIVERSIDAD SEXUAL Y AMOROSA” Y LAS OTRAS DIVERSIDADES
SOCIALES.
El
planteo que hemos hecho hasta aquí sobre la diversidad sexual y amorosa parte
de una concepción sobre la cultura que nos salva de las trampas positivistas
que esencializan o cosifican la realidad, incluyendo las diferencias sociales.
Distingo dos equívocos básicos: el primer equívoco lo llamo “la lectura de
lotería” de las distinciones sociales, el segundo lo llamo la “lectura banal”
de la diversidad amorosa y sexual en el contexto de la diversidad social. Estas
dos “lecturas” se encuentran relacionadas y todas tienen efectos empobrecedores
sobre el activismo en política sexual. Las implicaciones de esta “lectura de
lotería” de la diversidad social son varios:
1) los
personajes que emergen de esta “lectura de lotería” son reducidos a un aspecto
de su vida a partir del cual se lee la totalidad de su vida, convirtiéndolos en
sujetos parciales donde nada de su ser parece escapar a la característica de
distinción privilegiad.
2) se
construye un personaje social a quien se le atribuye una subjetividad homogénea
estable y coherente estructurada a partir del elemento de distinción, de tal
manera que se invisibilizan las fracturas, los procesos de transformación, las
tensiones internas, la multiplicidad.
3) se
invisibiliza la manera en que estas múltiples condiciones sociales y
subjetivas, se condicionan y se articulan dentro del sujeto posibilitando
diversas trayectorias de poder y resistencia.
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