domingo, 17 de mayo de 2015

Resumen - Diversidad sexual y amorosa

El término “diversidad sexual” no es un término “neutro”, dos simples palabras para referir una realidad, por el contrario, encierra en sí mismo una manera de concebir la realidad y, por lo tanto, tengamos o no conciencia de ello, define el carácter de nuestra lucha política en el ámbito de la existencia sexual.

El término “diversidad sexual” es un término político, como los términos “gay”, “lesbiana”, “bisexual”, “heterosexual”, “sexualidad normal”, “perversión”, “transgénero”, “joto”, “marimacha”, “buga” y, al igual que estos, tiene implicaciones en la manera en que se nombran y, en consecuencia se construyen, diferencias sociales más o menos significativas, se configuran relaciones de poder y posibilidades de resistencia.

I “DIVERSIDAD SEXUAL”: Tres usos comunes.
Tres son los usos más problemáticos del término “diversidad sexual” que alcanzo a distinguir:
1) su uso como eufemismo o forma “decente” para referirse públicamente a individuos o grupos estigmatizados con palabras consideradas “vulgares”.
2) su uso como término “sombrilla” para agrupar a esos individuos o grupos estigmatizados por sus prácticas sexuales o su identidad sexo-genérica.
3) su uso para referirse a la “otredad” de la trilogía de prestigio “macho-masculino-heterosexualidad”.

II LOS DISCURSOS DOMINANTES DEL CAMPO SEXUAL: su visión integrista
El concepto de “diversidad sexual” surge en el campo sexual para cuestionar las reglas mismas de organización del campo, a partir de las cuales se derivan poderes y beneficios para quienes cumplen con los criterios pertinentes.
Este sistema involucra tres aspectos principales de la existencia sexual:

1) el binarismo sexual: cuando se define el concepto “género” se le distingue del concepto “sexo”, el cual se refiere a la dimensión biológica y el género a las expectativas de comportamiento socialmente asignadas a los sexos. El género aparece así como una “construcción social”, mientras que el “sexo” aparece como el dato duro, “lo biológico”.
La concepción de los “sexos opuestos” además de semantizar un ideologismo machista de ver al “otro” como opuesto, semantiza una ideología heterosexista que considera a los varones y a las mujeres como “sexos opuestos” que “se complementan”, siendo esta una idea central del sistema sexista. La concepción de la oposición y complementariedad se deriva de un ideologismo sexual patriarcal: 1) “los sexos” se definen por los genitales y “anuncian” que el fin de la práctica sexual es la reproducción y por lo tanto es entre hombre y mujer.

2) el binarismo de género: El sexismo hace derivar el dualismo de género: la noción de que de los cuerpos machos y los cuerpos hembras se derivan “naturalmente” disposiciones diferenciadas de sentir, percibir, pensar y actuar. Las distintas trayectorias subjetivas y sociales de varones y mujeres con sus consecuencias de desniveles de poder económico, político, social, son justificadas por las ideologías sexistas al considerarlas “expresiones” de esa supuesta “naturaleza” corporal distinta.

3) el binarismo erótico: Los binarismos sexuales y de género adquieren un cierre ideológico en la heterosexualidad  en la medida en que implica la sexualidad de “los diferentes”, esto es, de los que previamente han sido definidos como “opuestos” y “complementarios”, se constituye en el espacio ideológico que provee de sentido a los anteriores binarismos, proyectándolos en una finalidad biológica y social: la reproducción de la especie y la reproducción social de un modelo de pareja y familia donde el machomasculino- heterosexual vuelto “padre-esposo” tiene preeminencia de autoridad y privilegios. La ideología reproductivista de la sexualidad, aquella que considera que el único fin válido y natural de las relaciones sexuales es la reproducción se convierte en el pilar fundamental
Recursos ideológicos que trabajan para apuntalar el heterosexismo: 1) las ideologías del amor y 2) las ideologías sobre las “otras” sexualidades, principalmente la homosexualidad, esto es, las concepciones homofóbicas, también llamada homofobia cognitiva.
En la medida en que según estas ideologías de género dominantes los hombres y mujeres tienen naturalezas corporales y psíquicas diferentes que “se oponen” y “complementan están destinados “naturalmente” a “atraerse” y “unirse”.
El binarismo “heterosexual-homosexual” es una manera de querer ordenar la compleja realidad del deseo erótico y de ajustarla a particulares ideologías sexuales y de género.

 III EL CONCEPTO DE DIVERSIDAD SEXUAL: sus implicaciones transgresivas.
El binarismo sexual, el binarismo de género y su concomitante androcentrismo, así como el heterosexismo constituyen una visión integrista de la existencia sexual de las personas, que se convierte en un perdurable dispositivo de poder. Estas diversas formas de existencia sexual involucran varios reconocimientos: 1) más allá de la dicotomía macho y hembra, existe una diversidad de sexos, existen los diferentes tipos de intersexualidad. Estas diversas existencias sexuales son expresiones de una naturaleza sexual humana y cualquier intento de jerarquizarlas, privilegiando algunas y deslegitimando otras, es arbitrario.2) las identidades de género son construcciones sociales que limitan las potencialidades humanas, así mismo generan inequidades. 3) el binarismo erótico heterosexual-homosexual forma parte de un dispositivo heterosexista que jerarquiza los erotismos, colocando en la cúspide a la práctica y a la identidad heterosexual, así mismo, es una hechura cultura que pretende negar no sólo la legitimidad de las diferentes orientaciones sexo-afectivas, sino también la diversidad erótica en cada individuo, como una realidad y como un potencial humano; 4) la sexualización de “los otros no-heterosexuales” y la negación del fenómeno amoroso más allá de la pareja heterosexual, actúan como dispositivos homofóbicos de poder para encumbrar la heterosexualidad y el modelo de familia patriarcal, así como para negar legitimidad a otras variantes amorosas.

IV ÉTICA Y DIVERSIDAD SEXUAL.
El concepto “diversidad sexual” es un concepto político que cuestiona el orden sexual y de género dominante y condensa la aspiración de una sociedad que no discrimine y que garantice el reconocimiento y la equidad para las diferentes variantes de laexistencia sexual, de género y eróticas. Es un concepto que cuestiona al poder patriarcal en su sistema de representaciones e identidades sexuales, en sus criterios de distinción sexual y social, en sus ideologías integristas de origen religioso, pero además coloca en su lugar, valores democráticos como el reconocimiento de la pluralidad, el respeto, la equidad y la justicia social. Valores que dicho sea de paso, sólo son pueden garantizarse en un estado laico. El concepto de diversidad sexual no significa, por lo tanto, que “todo se valga” con relación a la sexualidad. El dilema “sólo se vale el sexo heterosexual, reproductivo y falocéntrico entre mujer femenina y hombre masculino y nada más” o “todo se vale” es un dilema propio de las sociedades patriarcales, autoritarias, rígidas.
La autonomía y la libertad se encuentran garantizadas, así como la integridad corporal. Otra variante, más dudosa desde el punto de vista ético de los Derechos Humanos, concierne a la relativización del consenso y a los alcances de las acciones o atenciones corporales: privaciones de libertad, daños permanentes a los órganos y a sus funciones, así como sometimiento y violencia emocional.

V LA “DIVERSIDAD SEXUAL Y AMOROSA” Y LAS OTRAS DIVERSIDADES SOCIALES.
El planteo que hemos hecho hasta aquí sobre la diversidad sexual y amorosa parte de una concepción sobre la cultura que nos salva de las trampas positivistas que esencializan o cosifican la realidad, incluyendo las diferencias sociales. Distingo dos equívocos básicos: el primer equívoco lo llamo “la lectura de lotería” de las distinciones sociales, el segundo lo llamo la “lectura banal” de la diversidad amorosa y sexual en el contexto de la diversidad social. Estas dos “lecturas” se encuentran relacionadas y todas tienen efectos empobrecedores sobre el activismo en política sexual. Las implicaciones de esta “lectura de lotería” de la diversidad social son varios:

1) los personajes que emergen de esta “lectura de lotería” son reducidos a un aspecto de su vida a partir del cual se lee la totalidad de su vida, convirtiéndolos en sujetos parciales donde nada de su ser parece escapar a la característica de distinción privilegiad.

2) se construye un personaje social a quien se le atribuye una subjetividad homogénea estable y coherente estructurada a partir del elemento de distinción, de tal manera que se invisibilizan las fracturas, los procesos de transformación, las tensiones internas, la multiplicidad.

3) se invisibiliza la manera en que estas múltiples condiciones sociales y subjetivas, se condicionan y se articulan dentro del sujeto posibilitando diversas trayectorias de poder y resistencia.

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